sábado, 30 de noviembre de 2013

Cuarenta y nueve.

Un hombre de un metro ochenta y cinco de altura, ojos azules, cabello claro, tez blanca, fornido, expresión seria. Sergey Koslov.
-Ahí está...- Dijo Alice. 
Habían cambiado la cita para algo más formal, en lugar de un café, escogieron un restaurante con cortes españoles a las 9 de la noche. Algo demasiado formal, pero Aime ya se estaba acostumbrando a esos ambientes.
Aime lucía una blusa color verde seco de mangas largas y escotado con un pantalón negro, debo aclarar estos detalles por la siempre competencia que tenía Alice a la hora de vestir, por que, al contrario, ésta vestía un vestido soberbio color negro. 
-Paul, al fin llegan- besó su mejilla y se colgó de su brazo- Vengan...- Caminaron- Sergey, él es Paul y su esposa Aime, Paul él Sergey. 
Estrecharon las manos.
No se dijeron ni una palabra, cosa que incomodó el ambiente.
Se sentaron, miraron el menú y ordenaron. 
-Y... Cuéntenme, ¿cómo están?- preguntó Alice para romper el hielo
-Bien, gracias- respondió Aime, con una sonrisa sencilla y espléndida como siempre. Paul no dejaba de ver a Sergey, que, éste, a su vez, leía un folleto. 
-¿Y tú, Paul?
-Oh- dejó de observarlo- Bien-  bebió del vino, se tragó la copa de una sola probada. 
-Hey, ten cuidado amigo, ese vino es fuerte- le dijo el ruso.
Paul no respondió.
-¡Vamos! Conversen. Quería que se conocieran... Cariño, ¿ya te conté sobre el nuevo disco de los Beatles?
-Sí, lo has hecho ya dos veces. 
-Vamos, cuéntale lo de la sitar, Paul.
-Fue idea de George- dijo éste.
-¿Y para cuándo sale el bebé?- preguntó Sergey.
-Oh, faltan tres semanas- dijo Aime con una pizca de alegría. 
-Te notas feliz
-Lo estoy. Y Paul también. 
-¿Cuánto llevan en su relación?- preguntó Paul.
Los platillos aparecieron.
Todos agradecieron.
-Dos meses- respondió Sergey.
-Cariño, llevamos tres...- corrigió Alice. Fingió una risita- Siempre se le olvidan las cosas, es muy distraído.
-Me contaste que ya vivían juntos- Dijo Paul, cortando un pedazo de carne- Y con apenas tres meses. 
Ambos se incomodaron.
-No es nada malo. Simplemente se nos ocurrió.
Todos comenzaron a comer. 
La cena se tornaba aburrida. Paul hervía en celos cada vez que veía que Alice y Sergey se miraban o se sonreían. Pero a la vez, hervía en felicidad al sentir el roce del pie de Alice en su pantorrilla bajo la mesa. 
Acabaron de cenar y el ambiente se relajó un poco más.
-Si me disculpan, iré al tocador- dijo Aime, levantándose
-Yo también- dijo Alice, apropósito, para dejar solos a los dos. 
Las dos chicas se retiraron al tocador, Alice sonrió satisfecha.

* * * * * * * *
-Es agotador, ¿no?- preguntó Alice, lavándose las manos mientras veía por el espejo cómo Aime salía de uno de los servicios
-¿Qué?...
-Estar embarazada
Aime abrió la llave
-Sí, pero es hermoso...- 
Alice volteó a verla y dijo
-¿Sabes? cuando Paul y yo estábamos esperando a nuestro bebé... Eramos...- se puso a recordar- dentro de todo, eramos... felices.
Aime sonrió, incómoda. Sin saber qué decir. 
-Será mejor que volvamos a la mesa...
-No, espera- Alice la tomó del brazo y la trajo hacia ella para darle un gran abrazo. Aime no sabía el porque de aquel acto, pero, un tanto extrañada, le correspondió.
Salieron de ahí. El restaurante era inmenso, pero cuando se fueron acercando a su mesa pudieron ver como Sergey y Paul discutían.
-¿Qué pasa?- preguntó Alice, sentándose a un lado de su novio.
Ambos se quedaron callados, ambos estaban sonrojados del coraje, más Paul...
-Alice, ven conmigo...- Le pidió Paul y ambos se levantaron de la mesa.
Sergey los miraba con ojos llenos de coraje, los miraba alejarse de la mesa y entre tanta gente los perdió de vista.
-¿Qué pasa?- preguntó Alice, cuando estuvieron muy lejos de la mesa.
-Pasa que tu novio cree... cree que...- Paul comenzó a reír.
-Estás derivando. 
-Cree que no te puedo tener. 
Alice frunció el entrecejo. 
-Y de hecho no puedes- contestó.
Lo que siguió de eso fue, sin duda, lo más raro que pudieron haber experimentado entre los dos, quizás haya sido a causa del alcohol que comenzaba hacer efecto en Paul.
Si bien no estaban a diez metros de los servicios masculinos, Paul jaló de la muñeca de la rubia mujer y la encerró en uno de ellos. Solamente se pudo escuchar el bajar del cierre del pantalón de Paul. 
Fue lo más agresivo, brusco y anormal que pudo hacerle a la chica. Pero, vaya, fue lo mejor que le había pasado en al menos un mes.
Se escuchó la puerta abrirse. 
-¡Alice!- gritó alguien afuera. 
A ellos no les importó, pero un minuto más tarde, alguien golpeó a la puerta de aquel baño.
Alice salió acomodándose el cabello y Paul la camisa y todo, de cierta forma, era tan cómico.
Pero vaya bofetada que le esperaba a Alice apenas abrió la puerta.
Era Sergey y le había golpeado en la mejilla hasta dejársela roja y casi tumbarla al piso, sino hubiera sido porque se agarró de la barra de los lavabos. 
-¡Ramera!- le gritó. Estuvo a punto de soltarle otro golpe, pero Paul lo detuvo y al contrario, le soltó un puñetazo en la cara y lo tiró al piso.
-Idiota...- Le dijo. 
Escupió en su cara. Tomó de la mano de Alice y salieron de ahí.
-¡Aime!- Ésta volteó- Nos vamos...
-Pero...
-¡Nos vamos!- Aime se levantó de su lugar y los siguió. Los tres se subieron al auto. 
-¡Alice!- Gritó Sergey, desde la puerta del restaurante- ¡Alice baja de ahí!
Paul abrió la puerta para bajarse de nuevo.
-No, Paul, no bajes...- Alice intentó detenerlo
-¡Eres un maldito...- Paul lo volvió a golpear.
-¿Creíste que no podía?- le gritó- Olvídate de ella- Lo volvió a golpear.
Alice se bajó del auto y lo intentó detener
-¡Paul déjalo ya!- decía, con angustia, apunto de llorar de miedo- ¡Paul!- Y la bofetada fue para Alice, que se interpuso entre ellos.
Aime miraba todo desde el auto y cuando Paul finalizó de violentarlo, Alice y él regresaron al auto y arrancaron directo a la casa de los McCartney. En el camino nadie decía nada, Alice tocaba sus mejillas, adoloridas.
Llegaron. La cara de Aime era incomparable, estaba realmente consternada. 
Paul abrió la puerta de la casa...
-Iré a traerte algo- se ofreció Aime. Subió y cuando estuvo fuera del alcance de los otros dos...
-Perdón.
-No te preocupes.
-En serio... Lo siento.
-Tranquilo, Paul- Alice sonrió. 
Paul se sentó a su lado
-¿Puedo ver?
-No me pasó nada, me han dado peores...
-¿Quién?- dijo asustado
-Mi madre- Alice rió.
-Pero... lo siento. Lo del baño fue...
-Fue asombroso. 
Paul soltó una carcajada enorme.
-Vamos, Alice...
-¡Es enserio!- ella rió- sólo a ti se te ocurriría...
Aime bajó con pomada y hielo.
-¿Se te inflamará?- preguntó Aime.
-No, estoy bien... Gracias.
-¿Me explicarán qué fue todo eso?
Ambos se quedaron callados.
-Después te explico yo- dijo Paul- Creo que los tres necesitamos dormir.
-Prepararé la recamara de invitados...
-No hace falta. Sé dónde está y cómo funciona- sonrió con ironía. 
-Cierto, lo olvidaba.
-Perdón por las molestias- Alice se levantó y simplemente se fue de ahí a dormir.
-Oye...- dijo Aime- El cuarto es demasiado frío, te llevaré una cobija más por si la necesitas
-Gracias...
Ambas subieron.

* * * * * * * * *
-¿Qué tal si duermes aquí, por hoy?- preguntó.
-Oh, vamos, Alice...
-¡Paul! Me coges salvajemente en un baño de un restaurante y no eres capaz de dormir aquí. 
-¡Baja la voz!
-¡He dicho que...- Alice gritaba y Paul le tapó la boca. Alice rió- Está bien, me callaré...
-Aquí está...- dijo Aime entrando a la habitación- Si necesitas cualquier cosa...
-No te preocupes, socia...
Paul se sonrojó y la miró. Por suerte, Aime no la había escuchado con claridad.
-Buenas noches- Ambos salieron de ahí.
** ** *** *** *** *** ** *** *** *** *** *** ** *** ** ** * * * * * * * *

He vuelto B)
Ya saben, con mis capítulos aburridos y vulgares como siempre. Perdón por desaparecer pero no tenía ideas.
Oh y ... pronto terminará esto :I 
¡¿Cómo han estado?! ¡Las extraño!