lunes, 29 de julio de 2013

Quince.

Mientras Alice bajaba las escaleras, del mejor humor posible, pudo ver como Paul hablaba con un hombre, parados en la puerta. No podía escuchar bien lo que hablaban, pero escuchó su nombre
-Alice Cook…- Y entonces supo que no debía bajar ningún escalón más.
Paul volteó hacia la casa y la miró parada en las escaleras.
Alice movió la cabeza, negándose, rápida y nerviosamente.
-Ella está aquí, pero no creo que sea bueno verla ahora
-¿Por qué no?- preguntó el hombre
-Ella…- Paul buscaba alguna excusa- Se está duchando.
-Esperaré el tiempo que sea necesario. Usted no entiende, es asunto de suma importancia.
Alice bajó sin hacer ruido y se acercó a la puerta, colocándose detrás de ella y cerrándola de un fuerte golpe.
-¡¿Qué te pasa?!- le susurró Paul.
-¡¿Estás loco, imbécil!? ¡Te dije que para ti Alice no existe! ¡Sal y dile que no me conoces!- el tono de Alice era tremendamente enojado.
-¿Pero cómo si ya le dije que te conozco?
-¡Me importa un carajo! Dile que no me conoces-  Todo esto susurrando.
Alice se escondió detrás de la puerta y Paul se quedó meditando, tal vez pensando en qué decirle a aquél hombre.
Por fin abrió  la puerta.
-Disculpe. La ha cerrado el aire.
-No hay corriente de aire, Sr. McCartney.
-¿Ah no? Bueno. Entonces… ¿Decía que quiere hablar con Alice Cooper? Aproveché para decirle que la buscaban. Ya no tarda. Se dará prisa y bajará en un momento.
-No. Alice Cook. Busco a Alice Cook.
-¿Cook? ¿Ese apellido es americano, no?
-No me importa. Busco a Alice Cook.
-Lo siento. De verdad me confundí. No vive ninguna Alice Cook aquí.
-¿Qué? ¿Cómo que se confundió? ¡Lo dije bien!
-No. De verdad. Mi amiga, Alice Cooper tiene 10 años. Incluso se me hizo raro que quisiera hablar con ella.
-¿Puedo entrar a su casa, Sr. McCartney?
-¡Caray no me diga Señor! Tengo 21 años.
-¿Me permite entrar?- El señor empujó un tanto la puerta, casi chocando con el cuerpo de Alice. La chica temblaba de miedo.
-¡NO!- Paul alzó la voz, pero enseguida la bajó- No. No puede. Lo siento. Fue un gusto hablar con usted.
El señor suspiró, rendido.
-Le creeré esta vez. No perderé  más mi tiempo ni lo haré perder el suyo. Gracias y hasta luego Sr. McCartney.
-Hasta luego-  Paul cerró la puerta.
Alice y Paul se aseguraron de que se hubiera ido. Y cuando, por la ventana, lo perdieron de vista, hablaron por fin.
.¿Qué jodidos te sucede, Alice?- le gritó Paul.
-¡Qué te sucede a ti? ¡Te dijo que olvidaras mi nombre!
-¿Qué te pasa? No te entiendo. De verdad. ¿Qué sucede contigo?
-¡Nada! Y si sigues así. Tal vez será mejor que me mude a Nueva York o a otra ciudad, lejos, muy lejos.
-No te vayas.
-¡Entonces deja de decir mi nombre! – Ambos se sentaron en la sala.
-Dime porqué vino a buscarte ese hombre- Paul tomó las manos de Alice pero esta las soltó al instante.
-Cosas personales.
-No te irás…- Paul se acercó a abrazarla y esta lo esquivó.
-No. Pero por favor, Paul, no me metes en algún problema. Eres tan idiota, me preocupa eso, demasiado.
-Explicame entonces. Te juro que si no me explicas le diré a todo el mundo quién eres
-¡¿Qué!?
-Lo haría.
-Mira. Sólo…- Alice se puso muy nerviosa- Sólo te puedo decir que la única razón por la que me acerqué a ustedes fue para encontrar a mi hermana. Viridiana. ¿La recuerdas?
Paul pensó.
-Viridiana Cook... – Bajó la mirada y suspiró. -… Claro pero…
-¿Qué?
-Ella…- Paul volvió a suspirar
-¡Qué? ¿Sabes algo de ella? ¡Habla, inútil!
-¡Deja de insultarme!
-¡Tú te lo buscas! Ahora, habla.
-Ella, Alce, ella  murió.
-¡¿Qué?!
-Sí. La vi hace unos meses. Cuando a los Beatles nos invitaron a una fiesta, antes de lanzar nuestro primer disco. No éramos tan famosos. Supe que se casó con un actor.
Alice asintió.
-¿Y porqué  murió?
-Sólo supe que una noche estaba durmiendo y su esposo tomó un cuchillo y lentamente le cortó la cabeza.
-¡¿Qué?! – Alice gritó.
-Nada. Estaba jugando.
-No jueges, Paul. Ten respeto. ¿Cómo murió?
-Ya. La verdad no sé bien, pero supe que era por algo del corazón. Tal vez un infarto o algo así.
-Pero era tan joven. Era nuestra única esperanza.
-¿Nuestra?
Alice se golpeó la cabeza. No debió decir esa palabra. Pero ¿qué importaba ya? Paul sabía su nombre y quién era, así que supiera que Eleanor estaba con ella no importa ya.
-Eleanor y yo…
-¿Eleanor?
-Sí. Clare…
-¡Clare es Eleanor!- Alice asintió.
-¿Qué mierdas te sucede? ¿Por qué haces todo esto? Estás asustándome.
-¿Entonces vinieron sólo a buscar a tu hermana?- Alice asintió. Paul prefirió dejar el tema de Viridiana.
-¿Te digo algo, Paul? Toda mi familia ha muerto. Mi madre  y mis dos hermanas.
Paul abrió los ojos.
-Yo jamás estudié actuación. Bueno, sí estudié pero fracasé y mi hermana no tiene trabajo. Todo es mi culpa. Y ahora tú. No me arruines, por favor.
-Lo siento. Te juro que no diré nada más de ti, Marianne. Pero …- Paul tomó de nuevo sus manos y esta vez, Alice accedió- Dime porqué lo haces…- Alice miraba al suelo y no tardó en sonrojase al mismo tiempo que soltaba unas lágrimas. Paul acariciaba sus manos.
-Sabes que cuentas conmigo. Y si decidieras decirle a los demás chicos que…
-¡NO!
-No te digo que lo hagas. Pero todos te apoyarían igual que yo. Alice, no llores…- Paul secó sus lágrimas y después la abrazó. Alice soltó el llanto y éste la consolaba, besando su frente y abrazándola con fuerza.
Alice dejó de sollozar por fin. Paul miró sus ojos rojos y limpió sus lágrimas.
-Lo siento- dijo Alice, incómoda de dejar ver lo sensible que era.
-Tranquila. Lo necesitabas.
-¿Qué?
-Desahogarte.
-No. Adiós Paul.
La chica se levantó y se dirigió a la puerta
-¡Espera, Alice!- Paul se levantó y la siguió.
-¿Qué quieres?
-¿No se te olvida nada?
-No- Abrió la puerta
-¡Espera!
-¡Qué Paul!?

La tomó de la nuca y la besó 

lunes, 22 de julio de 2013

Catorce. Amy Hutcher.

-, Marianne, necesito que prepares la sesión fotográfica para este viernes. La fotógrafa llamará esta tarde- Le pidió Brian a Alice.
-¿Recuerdan la sesión fotográfica de Astrid?- preguntó John mientras afinaba su guitarra en los estudios Abbey Road a los demás chicos. Estaban grabando su segundo disco “With The Beatles” que salía en noviembre.
-¿Quién es Astrid? – preguntó Alice.
-Oh, una vieja amiga que conocimos en Hamburgo- respondió Ringo.
Paul entró a los estudios con su labio cicatrizando, un tanto rojo por la mordida de Alice.
-¡Caray! ¿Qué te pasó ahí?- preguntó John. Alice miró a Paul y este la fulminó con la mirada.
-Iba caminando y tropecé y mi labio chocó con la orilla de la cama.
-¿Quieres que creamos eso, Paul?- George rió- seguramente alguien te mordió- guiñó el ojo.
-Bueno ya- dijo Paul con fastidio- terminemos de grabar ese disco…- Tomó su bajo- ¿Y tú qué haces aquí?- le gritó a Marianne.
La chica tomó unos papeles de un estante y secamente dijo- Mi trabajo.- Y caminó hacia la puerta.
-¿Y ahora qué pasa entre ustedes?- preguntó John.
-Nada. Es una estúpida. Agresiva y…
-Para mí que ella le mordió el labio- dijo George, con burla.
* * * * * * * * * * * *

La fotógrafa se llamaba Amy Hutcher. Era una muchacha típica de Gran Bretaña. Delgada y con la piel blanca y el cabello castaño. 
Alice tuvo que acompañarlos, ya que Brian estaría con otro grupo. Como Alice era algo así como su “niñera” tenía que estar cuidando de los cuatro, pero en especial de John, quien al ver a la fotógrafa no tardó en preguntarle su nombre.
-Amy... – sonrió la chica- Amy Hutcher- estrechó la mano de John, con la otra sostenía una cámara a punto de ser puesta en un tripie- Ahora, sí me disculpas, tengo trabajo que hacer. Por favor, sólo pónganse ahí y posen para las fotos.
Alice rió con la actitud de Amy, se parecía a ella.
Los cuatro chicos posar, tal como les iban diciendo.
Pasada una hora, Amy les dio la indicación de tomar un descanso.
-¡Marianne!- llamó George, y en menos de cinco segundos Alice ya estaba con él- ¿Puedes traerme algo de tomar por favor? Oh, y unos sándwiches también.
-Y ya que estás, a mí también- pidió Ringo- Una coca cola
-Yo quiero un café- pidió John.
-Y yo quiero lo un té, una hamburguesa y…- Paul pensaba- papas fritas- Lo decía apropósito para cargarle más trabajo.

Alice abrió mucho los ojos.
-¡No podré con todo!- se quejó.
-Pues es tu trabajo- le dijo Paul.
-No seas mal agradecido, Paul. Yo te acompaño, Marianne- se ofreció Richard.
Alice mostró una sonrisa triunfante a Paul y acto seguido se fue con Richard por las cosas para comer.
Al finalizar la sesión, después de dos horas más, Alice estaba tan fastidiada como todos ahí.
-Listo. Finalizamos- dijo Amy.
Los cuatro soltaron suspiros de cansancio.
-Le puedes decir a Mr. Brian Epstein que las fotos las tenemos listas para dentro de tres días.
-Ok- dijo Alice- Gracias.
Los cuatro se dirigían a la puerta, pero Paul tomó la decisión de retroceder y todos lo vieron acercarse a Amy.
-Linda, mis compañeros y yo pensamos que eres una mujer hermosa y talentosa. Y próximamente estaremos festejando el estreno de nuestro próximo nuevo disco…
-Estaré ocupada- dijo Amy, mirando su cámara, sin pensar nada.
-Que… Que… Grocera- dijo Paul- Aún así, nos gustaría invitarte a una… “reunión” ¿qué dices? Piénsalo- Paul sacó un papel y una pluma y anotó algo ahí- Te dejo mi número. Ya sabes, podríamos salir algún día.
Amy quedó un poco conmovida y sonrió.
-Te llamaré- Se limitó a decir. Paul guiñó su ojo y caminó a la entrada, Alice miraba celosa, furiosa y sonrojada.
Paul pasó a su lado con indiferencia.
Ya en los estudios, Brian le preguntó a Alice como se habían portado.
-No nos trates como niños pequeños- dijo Ringo, sentándose tras su batería.
-Pues es necesario.


Noviembre 1963.


-¡Eleanor!- gritó Alice desde su habitación- ¡¿Estás lista?!- se ponía un arete.
-Sí, vámonos ya- Eleanor entró a su habitación.
-Tenemos que llegar temprano. Aún nos falta desempacar todo esto.
-Relájate esta noche.
Hace una semana que se habían mudado por fin a una pequeña casa cerca de los estudios Abbey Road. Y por suerte, aún a Alice le había alcanzado el dinero para comprar una modesta motocicleta.
-Listo. Ya está- dijo Alice, terminándose de poner perfume.
-Vas muy guapa, hermanita.
-Claro- Alice guiñó el ojo- soy la asistente de The Beatles. El 15% del disco me lo deben a mí- Ambas rieron.
Subieron a la motocicleta y en diez minutos ya estaban en casa de Brian, con algunos invitados, muy poca prensa y los cuatro Beatles, quienes conversaban con algunas chicas, entre ellas Amy. La fotógrafa de hace casi un mes.
La expresión de Amy al ver a Paul cambió a una un tanto desanimada. A unos metros de la mesa, éste pudo verla con un vestido color rojo, iba guapa, pero igual seguía ocultando su identidad tras sus lentes y unas cuantas cosas extras como teñirse el cabello de castaño.
-¡Alice!- Se alegró George- ¡Clare!- Siéntense.
-No creo que haya lugar- dijo Alice, mirando a todas las chicas.
-Qué va- dijo Ringo- Muchachas, ellas son Alice y su hermana Clare.
-Mucho gusto- repetían todas. Y entre todos ellos, hicieron espacio para que las dos chicas se sentaran.
-Bien- John tomó su copa- Por el nuevo disco- Y todos estrecharon sus bebidas.
Amy y Paul se veían bastante encariñados, parecían grandes amigos, pero a simple vista se veía que en las miradas escondían algo más que amistad.
-¿Quieres bailar?- preguntó George a Amy y ella con gusto aceptó. Alice, en su interior, le agradeció a George.
-Parece que esa tal fotógrafa anda de moda entre ustedes- le dijo a los cuatro.
-No te pongas celosa, Al. – dijo Paul.
Alice, debajo de la mesa, golpeó la pierna de Paul y éste se quejó.
-Lo siento, no te enojes. ¿Quieres bailar?- Preguntó. Alice se encogió de hombros.
-Eso fue un sí- Paul jaló de su brazo y casi la tira, provocando una risita de alegría de ésta. El Rock and Roll sonaba bien. Aquél disco con muchos covers que habían hecho le encantaba a Alice. Y comenzó a bailar con Paul.
Pero, horas más tarde. Alice sólo terminó de ver como Amy y Paul se besaban muy animadamente, recargados en el auto de éste. Justamente para que después, partieran en él.
Pero no. No se quedaría así.
Antes de que pudiera arrancar, corrió hacia el carro y abrió la puerta de Amy.
-¿Qué haces?- preguntó Paul
-Sal de aquí.
-¿Qué?- preguntó Amy
-¡Sal de aquí!- lo ordenó Alice.
-¿Porqué?
-Porque tengo que hablar contigo- dijo Alice
-Puedes esperar a mañana, no seas así.
-¡Sal de aquí!
-Saldré de aquí sólo si yo lo quiero…- Y Alice no esperó más para tomar de los cabellos de Amy y sacarla de un jalón, para después tirarla al piso, subirse al auto y poner los seguros.
-¿¡Qué te pasa?!- preguntó Paul
-Arranca.
Amy tocaba el cristal, furiosa.
-¡Abre la puerta!
-¡Arranca!- le ordenó a Paul. Y éste obedeció, dejando atrás a Amy, quien corría tras el auto.
-¡¿Qué te pasa, Alice!?
-¡Marianne!- gritó la chica
-¿Siempre tienes que ser así de agresiva?
-Sólo cuando es necesario. ¿A dónde vamos?
-No lo sé. Tú me hiciste arrancar.
-¿Qué ibas a hacer con ella?
-Lo que hago en todas las fiestas. Y lo sabes.
-Menos mal te salvé. Pudo pegarte sífilis o algo peor.
Paul rió.
-Estás más que celosa.
-¿De qué hablas? De verdad lo hice por tu saluda, esa fotógrafa no me inspira confianza alguna.
-Pues deberías de aprender a no meterte en mi vida.
Alice se quedó callada. Mirando como conducía. No sabía hacia a dónde y no creía que fueran a su casa.
Y en efecto. Llegaron a un restaurant de Londres. Uno donde no había nada de gente.
-Ya te puedes quitar esa peluca y esos lentes.
-No es peluca. Me teñí el cabello. Y no. No puedo.
-¿Porqué? Conmigo no tienes que fingir. Anda… hazlo- Paul estiró su mano para quitarle las gafas
-¡Que no, Paul!- Alice gritó.
-Eres tan misteriosa.
-¿Eso te gusta de mí?
-Claro. Algún día me dirás lo que quiero saber.
-Lo seguiras queriendo por mucho tiempo. Quiero ir a mi casa.
-¡Me hiciste dejar a Amy y quieres que te lleve a tu casa!
-Contigo.
Paul sonrió. 

domingo, 21 de julio de 2013

Trece.

Sin embargo, había cosas que le preocupaban más que estar en la sala de la casa de Paul McCartney, confesándole algo que había ocurrido en una tremenda fiesta. Le preocupaba que de su boca había salido la voz que antes acostumbraba a pronunciar, con ese acento tan inglés que la caracterizaba y ahora más, que sus lentes habían caído al piso.
-Mierda- susurró, mientras se agachaba a recogerlos y como su vista fallaba los pateó, lanzándolos más lejos de donde estaban. No quería parecer una perfecta ciega frente a Paul
-Pueden esperar- dijo, fingiendo una sonrisa, pero no podía quedarse sin lentes, así que agachaba su mirada.
-Sin lentes te pareces a una vieja amiga- le dijo Paul, causando que Alice se ruborizara- E incluso con los lentes puestos te das un aire a ella.
-¿Cómo se llama tu amiga?- Fingió su acento un tanto francés.
-Alice… Alice Cook – Dijo Paul seguido de un suspiro- Era la mejor amiga que jamás he tenido. ¿Y sabes qué? Una noche le confesé que la amaba y esa noche fue la más especial de toda mi vida.
Alice abrió los ojos.
-¿Y por qué no la has vuelto a ver?- preguntó.
-Se fue a Francia. Seguro le está yendo muy bien en su carrera como actriz. Vi una película suya hace poco más de un año. Se ha puesto tan hermosa.
-Hablas de ella como si aún la vieras, o como si supieras dónde está.
-Probablemente sé dónde esté- Le dijo Paul mirándola a los ojos, mirada que Alice no podía apartar pero tenía miedo de que Paul la descubriera.
-Mejor- se levantó Paul y recogió los lentes de la chica- Póntelos- Se sentó junto a ella, muy junto a ella y se tomó el atrevimiento de ponerle los lentes lenta y seductoramente
-No quiero que me recuerdes más a ella- Le dijo.
-¿Porqué?
-Porque seguramente ella no se acuerda de mí.
Al llegar al hotel donde se estaban hospedando, encontró a su hermana comiendo helado mientras veía televisión.
-¿Y bien?- preguntó- ¿Cómo te fue hoy?
-Bien- Alice se quitó el saco- Pero ese maldito de Paul, creo que sabe quién soy yo.
Eleanor se levantó y poniéndose los zapatos se dirigió a la puerta
-¡A dónde vas?- le gritó Alice.
-De fiesta. ¿Quieres venir? Seguro te desestresas- Le pareció buena idea y se fue con su hermana.
* * * * * * * * * * * * * * * * *
-¡¿Porqué mierda no me dijiste que tu querido amigo John iba a estar aquí?!- le gritó Alice a su hermana entre tanto ruido.
-Por que el me invitó, lo siento… Ayúdame a buscarlo.
-¡Yo me voy de aquí!- Alice soltó la mano de su hermana y al dar media vuelta y caminar tres pasos se topó con George
-Hey, Marianne.
-Ho-hola George.
-No sabía que vendrías.
-Mi hermana me invitó.
-¿Y dónde está Clare?- George buscó a Eleanor con la mirada- ¡Oh, ahí está!- jaló de Alice y llegaron con Eleanor y John, quienes estaban en una mesa, pidiendo algo de beber.
-¡Hey, Marianne!-dijo John- Has venido. Qué bueno. Seguro serás el alma de la fiesta otra vez- Alice se sonrojó.
-¿Paul se enojó por lo ocurrido?- preguntó George-
-No, hablé con él esta mañana y no pasó nada. Estamos bien.
-Justamente llega- dijo John, bebiendo de su vaso -¡Hey, hijo de puta!
-Buenas noches- Paul guiñó el ojo y abrió la silla de su rubia acompañante- Ella es Ana y estará con nosotros esta noche
-¿Dónde está Rodolfo?- dijo John
-¿Quién es Rodolfo?- preguntó Eleanor
-Ringo… tú entiendes… Rodolfo el reno… Ringo…
Y esa noche, al final Paul terminó olvidándose de Ana y de nuevo llegó a su casa con Alice.
* * * * * * * * * * * * * * *

-Preparé de desayunar. ¿No te quedarás?- preguntó Paul, en la cocina.
-¿Qué? Se hará una costumbre entre los dos ¿o qué, Paul?- Alice decía desde el baño, peinándose y acomodándose la falda.
-Me parece bien.
-¿Te parece bien? ¡Trabajo para tu jefe! No volverá a pasar. Lo tienes que prometer- dijo entrando a la cocina- Y gracias, pero por supuesto que no me quedaré a desayunar- Los lentes, al mirar al piso, se cayeron. Paul se los levantó.
-¿Sabes porque hago esto?- preguntó éste.
Alice torció los ojos, suspiró y se encogió de hombros.
-Porque sé quién eres… Marianne- Paul hizo énfasis en el nombre. Alice parpadeó rápidamente y su semblante cambió a uno preocupado.
-¿De qué hablas?- preguntó.
-Desde que llegaste al hotel donde nos hospedamos en Blackpool. Alice.
Ésta abrió los ojos como nunca lo había hecho. Su cara se tornó roja y destendió los brazos
-¿Porqué te ocultas?- Preguntó Paul.
-No sé de qué me hablas.
-¿No? Entonces seguramente debo de estar alucinando- Dijo éste.
-Es lo más seguro. Mi nombre es Marianne y tú me pareces un completo loco.
Paul bufó, tomó del cabello de la chica y lo soltó, quitó sus lentes.
-¡Mírate! Tal vez los demás no te reconozcan pero es porque no te han visto bien. No sabes lo feliz que me puse cuando te vi, Alice. Te he extrañado demasiado.
-¡Deje de hablar así, me estás asustando!
-¡Deja de fingir!- le gritó Paul- Sabes que entre los dos, el amor jamás se fue. Y en estos casi cinco años de no verte, siempre he estado pensando en lo que fue de esa noche y de nosotros.
-Cállate. Entre nosotros no hubo nada. Obviamente. ¿No recuerdas cuando era una basura para ti?
-¡Jamás lo fuiste! Sabes que era cierto lo que sentía por ti.
-Antes era un horror Paul. Nadie me tomaba enserio. No valía nada. Cuando partí a Francia…- la chica buscaba la palabra correcta con desesperación y Paul la miraba, expectante, caminando hacia adelante, haciendo que la chica caminara para atrás, hasta acorralarla contra la pared de la cocina
-¡Volví a nacer!- por fin dijo- Jamás me sentí mejor que cuando estuve en Francia.
-¿Y qué pasa entonces?- preguntó Paul- ¿Porqué te escondes?- Iba acercando su rostro al de ella, mientras tomaba su cintura. La chica lo evitaba, pero el aroma de Paul la embriagaba literalmente, su loción, su aroma era tan exquisito.
-Déjame en paz- le dijo ella
-Estoy feliz de que estés aquí, Alice. No entiendo porqué te ocultas- Le susurró el chico al oído. Alice se sentía en las nubes, teniendo a tal hombre tan cerca de ella.
-Déjame ir- le pidió ella, seguido de un suspiro.
Pero Paul recargó su frente en la de ella y por fin le dio un beso. Alice cerró los ojos, disfrutándolo. Lo había extrañado tanto. Pero no. No debía hacer eso.
Mordió el labio de Paul, haciendo que éste se quejara y al mirarlo se tocaba el labio
-¡¿Qué te pasa!?
-¡Si te atreves si quiera a mencionar mi nombre!- Alice lo amenazaba- Te va a ir mal conmigo.
Paul rió
-¡¿Tú?! ¿Amenazándome?

-¡Porqué te ríes! Hablo enserio. Para ti no existo. Para ti soy Marianne. No dirás nada de mí porque si lo haces… - Paul sonrió, pero al ver que la chica lo tomaba de las solapas de la camisa dejó de hacerlo- Si lo haces… - Alice hizo una mueca- No quieres saber lo que te pudiera pasar- Lo empujó contra la pared y salió de ahí. Paul la siguió con la vista, furioso de que una mujer lo haya tratado así.

lunes, 15 de julio de 2013

Doce. Te encontré, te encontré y me desperté.

-Incluso si llegáramos a ir a Estados Unidos o cualquier parte de América que es el objetivo… - Brian hablaba muy alterado al teléfono, mientras la chica rubia le tendía una taza de café- ¡No! Dave, escúchame bien…
Más de tres voces comenzaron a sonar apenas se abrió la puerta de la oficina de Brian. Alice volteó y eran los cuatro chicos. Brian colgó el teléfono de un golpe.
-¡Lennon, McCartney!- Les gritó, y ambos chicos, que se encontraban de camino a la cocina, regresaron a con él.
-¡Necesito que escriban una canción lo más rápido posible!
-¿Para qué? Acabamos de venir de una gira por todo Reino Unido, estamos cansados.
-Necesitamos un Numero Uno en América para poder cruzar el océano- Les explico Brian.
Sonó el teléfono y ambos voltearon a ver como Alice lo sostenía. Minutos después… agregó.
-Mr. Brian Epstein, me temo que debo irme- le dijo Alice- Mi hermana ha llegado de Oxford a visitarme, no la veo desde hace dos años.
-¡Oh, anda ve!
-¿Quieres que te lleve?- se ofreció Paul
-Para nada. Muchas gracias- La chica tomó su bolso y casi corriendo salió a la estación de trenes.
* * * * * * * * *
-¡Oh, Eleanor!- se abrazaron con fuerza- ¡Cuánto te extrañé!
-¡Hermana! Mírate, sólo mírate. Eres toda una mujer. Tan guapa- Alice sonrió.
Ambas caminaron con ganas y tomaron un tren hacia el hotel donde Alice se estaba quedando, ya que, no teniendo el dinero necesario, no podía rentar ni comprar cualquier departamento o casa.
SÍ ES MARIANNE FAITHFULL ¿Y QUÉ? LA AMO TwT
En el camino iban platicando infinidad de cosas, muy contentas de verse por fin, después de tan trágico tiempo que habían pasado separadas. La muerte de su madre junto con su hermana menor; Chelsey, era algo que ninguna de las dos superaría, sumando la noticia de que Viridiana se había escapado de la casa justo un año después de irse a Hamburgo y se había casado con un importante empresario Alemán… Después… Otro matrimonio, pero esta vez con un actor. No sabían nada de ella.
Y ahora, ambas sentadas en la cama, escuchando música, platicando y bebiendo un poco, se encontraban relajándose. Imaginándose un futuro totalmente diferente.
Alice había fracasado en su intento de ser actriz. Y Eleanor había acabado su carrera de Gastronomía en la Universidad de Oxford pero por ahora no tenía trabajo.
-Qué vida tan mierda ¿no crees?- le preguntó Eleanor a Alice- La única que ha podido llevarla a sido la condenada de Viridiana. Mataría por saber dónde está.
-Seguro la podremos encontrar pronto.
-¿Cómo?
-¿Recuerdas a Paul, John, George y… Bueno… a Ringo no lo conoces
-¿Los Beatles? Hablan de ellos en todas partes. Sí, los recuerdo muy bien.
-Trabajo con ellos.
-¡¿Enserio?!- Eleanor se enderezó de la cama y la miró expectante- ¿Cómo?
-Bueno, soy como… su… “ayudante”. Es aburrido, pero me pagan. Aunque no tengo mucho contacto con ellos, trabajo más con su representante. Igual siguen siendo unos hijos de puta, no me reconocen,… creo.
-¿Me llevarás con ellos?
-En efecto, mañana tienen una conferencia de prensa y tengo que estar yo- Alice hizo una mueca- Puedes ir al finalizar y te los presento.

Unos días después, Alice había hecho lo que jamás se imagino hacer en toda su vida.
Sucede que después de la conferencia de prensa de la que hablaba con su hermana, los chicos, como era de costumbre, se fueron a festejar a casa de John, la que compartía con alguna chica cada cierto tiempo.
Hizo la peor tontería de su vida, o al menos eso consideraba en esos momentos. Habían pasado ya dos semanas. Estaba fuera de la casa de Paul, intentando aclarar sus ideas. Ella estaba convencida de que nadie sabía quién era.
Y así se pensaba mantener. Con el nombre de “ Marianne” en honor a su madre y el apellido “Tate” que su padre jamás quiso darle.
Tocó dos veces seguidas al portón de Paul y un joven de 21 años abrió su puerta.
-¡Marianne! Pensé que vendrías más tarde.
-Lo siento, Paul, pero… Es una urgencia.
-¿Qué sucede? Pasa…- Ambos pasaron a la casa y se sentaron en la sala.
-¿Recuerdas lo que pasó en la fiesta de John?
Paul asintió, avergonzado.
-Creo que jamás debió haber pasado.
-¿Porqué lo dices?...- Alice calló un momento.
-Esto… Paul… jamás había pensado en una barbaridad así. No estaba en mis planes.
-¡¿Qué pasa?!

-Me enamoré.